La AFIP desactivó una organización que utilizaba DNI falsos, escrituras y contratos apócrifos para eludir al fisco. Se detuvo a 6 sospechosos
A raíz de una denuncia de la AFIP, el juez Juan Pablo Salas, a cargo del Juzgado Federal y Criminal y Correccional N°3 de Morón, ordenó detener esta mañana a seis integrantes de una banda que consiguió evadir más de 500 millones de pesos con facturas apócrifas.
Entre los apresados figuran el cabecilla de la organización, su esposa, el contador y el imprentero, además de un abogado del Renaper, que habría facilitado documentos falsos, el encargado de conseguir los negocios ilícitos, y una persona que utilizó una de las usinas para comercializar productos electrónicos, informó el agente fiscal.
Las detenciones se llevaron a cabo a través de un megaoperativo que contó con 46 allanamientos simultáneos efectuados en la Ciudad y Provincia de Buenos Aires, de los que participaron 306 inspectores de la AFIP, perros entrenados en la detección de drogas y divisas, la Prefectura Naval Argentina y el Grupo Albatros.
Por las maniobras, la AFIP suspendió preventivamente las CUITS de los involucrados y emitió un Reporte de Operación Sospechosa a la Unidad de Información Financiera (UIF).
Asimismo, la AFIP detectó que la banda tenía una cuenta bancaria radicada en Hong Kong en la cual depósito cerca de 10 millones de dólares.
La operatoria
La investigación comenzó cuando los agentes de la AFIP detectaron a un grupo de empresas que no presentaban sus Declaraciones Juradas. A partir de ello, las tareas de inteligencia fiscal permitieron determinar la adulteración de la identidad de los integrantes de las sociedades.
Las maniobras arrancaron con el robo de DNI. Para falsear las identidades, la banda se valió de la ayuda de un abogado que trabaja en el Registro Nacional de las Personas. Luego, se presentaba en las dependencias de la AFIP personificando a diferentes directivos de las empresas que creaban para evadir.
La asociación ilícita hacía presentaciones en diferentes organismos que abarcaban desde el nombre de escribanos fallecidos o jubilados y con contratos de alquiler fraguados, hasta facturas de servicios con domicilios adulterados.
Luego, hubo un perfeccionamiento en la evasión a partir de la utilización de cheques robados y rechazados, como también la solicitud de créditos sin cancelar. Los sospechosos se presentaban en los bancos aportando avales fraudulentos como balances y certificaciones de ingresos suscriptos por contadores inexistentes y, de este modo, solventar un patrimonio societario irreal.
La banda contaba también con un encargado de conseguir los negocios ilícitos. Se ocupaba de comprar sociedades inactivas y conseguir a los usuarios de las facturas apócrifas, mientras que otro secuaz utilizó a unas de las usinas para comercializar computadoras.
Fuente: Infobae.com