El sábado a la noche, dos ladrones ejecutaron a una empleada de un comercio y le robaron 300 pesos. Tras ser detenidos, una manifestación que llegó hasta el municipio, terminó con serios daños a la casa del jefe comunal.
Valeria Ortiz tenía 33 años y dos hijos de 10 y 12. Trabajaba en un comercio de calle 71 a la altura 3.600 en la ciudad de Necochea. El sábado en la noche, sobre las 22,30, dos ladrones irrumpieron en el local. Junto a Valeria se hallaban Graciela Couto y su esposo Héctor, ambos dueños del negocio. Los delincuentes exigieron la entrega del dinero de la caja registradora y Valeria no se opuso a ello. Sin embargo, antes de fugarse, le dieron un balazo en el tórax. Se encontraba ubicada en una de las zonas laterales del comercio, detrás de una caramelera, pero las balas la atravesaron hiriéndola de muerte.
“Me dieron, me dieron” fueron las últimas palabras de la joven, según relató uno de los responsables del comercio. “Se llevaron 300 pesos, no sé porque uno de ellos disparó” expresó el testigo. “Si buscaban más dinero hubieran disparado a los techos, tirar a matar es terrible, imperdonable”, agregó otras de las víctimas del asalto.
Un vecino del barrio que alcanzó a ver la fuga de ambos delincuentes, aportó algunos datos a los investigadores y la policía detuvo a los dos individuos durante el domingo en la mañana: uno tiene 19 años, el otro, es un menor de 17. El caso fue caratulado como “homicidio en ocasión de robo” y las actuaciones judiciales quedaron a disposición de la fiscal en turno, Mirta Ciancio. Según versiones periodísticas, ambos confesaron ante la policía ser los autores del crimen.
La conmoción resultó tal, que un nutrido grupo de amigos y familiares de Valeria, en conjunto con muchos residentes de la ciudad, realizó una marcha que comenzó en la comisaría Primera. Allí, los sentimientos de impotencia, desánimo e ira crecieron y varias personas ingresaron al destacamento donde fueron atendidos por el comisario Diego López.
Posteriormente, un grupo pidió reunirse con algún funcionario municipal y se dirigió a la sede de calle 56. A gritos de justicia y un pedido de renuncia del Intendente José Luis Vidal, el primero en aparecer resultó el asesor en Prevención y Protección ciudadana, Hugo Rago. Las charlas siguieron ya dentro del edificio municipal y llegaron incluso hasta la secretaría privada del Ejecutivo, copada por los manifestantes. En el lugar hubo serios disturbios y en el despacho central, los familiares mantuvieron una reunión con el secretario privado Carlos Hospitaleche; y el titular de Obras Públicas, Carlos Sampron. Tran un intenso debate, se acordó una inminente reunión con Vidal.
Cerca de las 20,30, cuando la manifestación parecía llegar a su fin, con los familiares de la víctima ya ausentes, un numeroso grupo de personas se dirigió a la casa del intendente, ubicada en calle 68 entre 61 y 63. Una vez en el lugar, -sin gente en su interior-, algunos individuos comenzaron a arrojar bolsas de basura y piedras. Destrozaron los postigotes de las ventanas y luego los vidrios, para arrojar aún más objetos a la vivienda. Llegados los efectivos policiales, los incitadores no se intimidaron y terminaron por romper el portón del garaje.
Según las fuerzas de seguridad, dos sujetos identificados, sin ningún vínculo directo con Valeria, habrían sido los que organizaron esta última parte de la marcha e infiltraron gente para realizar la operación de destrozos.
El encuentro con el intendente se pautó para este martes 3 de marzo, a las 19 horas, por lo que ya circula la convocatoria a una nueva marcha desde la plaza Dardo Rocha, que podría unirse a otra manifestación convocada por un médico cirujano, Guido Careri, víctima junto a su esposa de un violento asalto en su vivienda tiempo atrás.
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