La Unión Cívica Radical atraviesa un momento complicado en la provincia de Buenos Aires. Los cierres de listas para las elecciones de octubre dejaron al partido partido en pedazos, con sectores enfrentados y figuras que juegan por afuera.
En el plano provincial, la interna judicializada de 2024 todavía deja heridas abiertas. Miguel Fernández nunca pudo asumir al frente del Comité Provincia y eso generó un vacío de conducción que derivó en un cogobierno provisorio con Pablo Domenichini. Con esa debilidad, el radicalismo llegó a los cierres de listas dividido y sin rumbo claro.
Por un lado, un sector se metió en el frente Somos Buenos Aires, junto a peronistas del conurbano y la Coalición Cívica. Por otro, el espacio de Martín Lousteau buscó acomodarse en Provincias Unidas, con gobernadores y dirigentes del interior. Y como si fuera poco, Facundo Manes rompió filas y se lanzó como candidato a senador en la Ciudad de Buenos Aires bajo el lema “Contra todos”. El resultado: un radicalismo fragmentado, con escaso protagonismo en la pulseada provincial.
El contraste en el Partido de La Costa
En el orden local, la realidad fue distinta. En 2024, la UCR de La Costa alcanzó un nivel de consenso poco habitual: se presentó una lista única encabezada por Yamila Coppola, que fue electa presidenta del Comité de Distrito con apoyo amplio de los afiliados. Además, en la quinta sección electoral, el sector de Miguel Fernández arrasó en la interna con más del 90 % de los votos radicales.
Ese escenario mostró un partido ordenado y con capacidad de acordar puertas adentro, algo que contrasta fuerte con el desorden provincial.
El riesgo de la dispersión
El desafío ahora es sostener esa unidad en un contexto donde las lealtades provinciales pesan. Las distintas disciplinas partidarias y los alineamientos con Fernández, Lousteau o Manes podrían trasladar la pelea provincial al electorado costero. Y eso implicaría que el consenso logrado en 2024 quede en riesgo frente a la dispersión del voto radical en las urnas de octubre.
Entre la fractura y la unidad
Mientras la UCR bonaerense se muestra quebrada y debilitada en la pelea grande, en el Partido de La Costa todavía resiste una cultura de acuerdos internos. Sin embargo, la pregunta que queda abierta es si ese orden local alcanzará para blindarse de la crisis provincial o si la ola de fracturas terminará arrastrando también a la dirigencia y al votante radical en la costa atlántica.