Por Ricardo Dávalos
Ni el más optimista de los hinchas millonarios hubiera imaginado un presente tan sonriente. Con la renuncia de Ramón Díaz las incógnitas surgieron en cantidad y con justa razón. Es que ese River, el campeón, terminó jugando bien, sin las estridencias de los años dorados, pero con la impronta de recuperar el paladar oscuro. Teniendo como estandarte nada más y nada menos que la pelota. Básico, elemental.
La llegada de Marcelo Gallardo como DT emanaba más dudas que certezas en lo que pudiere brindar desde ese lugar, teniendo en cuenta que había dirigido sólo un equipo– Nacional de Montevideo – , pero en esa aventura salió campeón.
Hoy River es el mejor equipo del torneo con varios cuerpos de distancia sobre el resto. Vélez es quizás el que más cerca está de igualar estas producciones de los de Núñez. Ayer el millonario terminó de pegarse el mote de candidato firme a repetir corona. Tuvo que reponerse a la transitoria derrota en el Nuevo Gasómetro ante el campeón de América y sin importarle esto siguió con su estilo y filosofía, heredada según Gallardo de Ramón Díaz, intentando mantener el mismo juego que días y partidos anteriores. Así terminó por pasarlo por encima a San Lorenzo, más allá de algún sobresalto.
River impuso e impone su juego independientemente de lo que suceda en el encuentro o quien esté enfrente. Ganó, convirtió varios goles y volvió a gustar. Puntero, solo, con la dependencia propia de aquí en más. Mucho por recorrer aún, pero con el camino bien marcado y sin ninguna espina.
River juega lindo, gana bien y hace goles de manera continua. Su 9 es goleador del equipo y del campeonato, su valla la menos vencida, está invicto. Todo color de rosa. Habrá que pasar por lo más complicado, que es mantenerse. Se verá.