Por Ricardo Dávalos

La Selección Argentina de básquet en el Mundial de España está entregando una suerte de última función para muchos de sus integrantes. La ausencia de Emanuel Ginóbili antes de comenzar el certamen generaba malas vibras, teniendo en cuenta lo no tan bueno expuesto por el equipo. Mucho más basándonos en la serie de amistosos en los que tuvo mayor cantidad de resultados negativos, que de los otros. Tampoco Carlos Delfino está siendo parte del equipo.

Pero, nuevamente y ante los pronósticos, los mejores jugadores de todos los tiempos en Argentina o por lo menos los que están en la competencia, están dando una muestra más de carácter. Dándole una lección a Puerto Rico en el primer partido, reconociendo una ajustada derrota ante Croacia y sudando la gota gorda ante Filipinas, para demostrar que esa transición entre vieja (dorada) camada y la nueva, no está siendo tormentosa.

Mañana desde las 12.30 jugará su cuarto partido por el Grupo B, ante Senegal, la sorpresa, que viene de derrotar a los croatas. Los líderes de la zona son los griegos, que tienen 6 unidades y en el segundo puesto aparece “El Alma” con 5, al igual que Croacia y Senegal, pero con mejor diferencia de tantos. El partido ante los africanos es prácticamente definitorio de cara a la clasificación.

Ya no le queda mucho hilo en el carretel a Scola, tampoco a Nocioni. Lo mismo para Walter Herrmann y Leo Gutierrez. Se van despidiendo de lo que fue su apogeo deportivo, la Selección. Atrás ya quedó Gino, también Oberto. Ninguno será recordado como uno más en la retina del publico que vió a estos jugadores y a otros más, cachetear a EEUU dos veces, haciendo que los Harlem Globe Trotters desafiaran a ese equipo para limpiar el honor de su cultura basquetbolística pisoteada.

Mientras tanto a seguir disfrutando de un equipo que parecía que venía a este mundial a caminar la cancha y a recibir palos y palos. Nada de eso. Por enésima vez, surge “El Alma” y se planta, pelea, lucha, se faja y gana. Los años pasan para todos, pero el orgullo lo siguen aflorando como los primeros días. Viejos los trapos.

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