Por Ricardo Dávalos

Con la victoria de ayer, el elenco dirigido por Marcelo Gallardo continúa en su camino a la hegemonía en la primera del fútbol doméstico. Se aseguró el liderazgo en soledad con una actuación óptima y de mayor valía, teniendo en cuenta que se modificaron nombres por distintas razones, pero la idea de juego fue exactamente la misma.

La preparación física de los de Núñez está mostrando buenos augurios, ya que la presión que el equipo ejerce por sobre sus adversarios es constante, incesante y pegajosa, del minuto 1 al 94. Bajo ningún punto de vista, esta premisa parece que vaya a modificarse. Hasta aquí, pocos son los que sufrieron lesiones musculares de consideración, observando que como dijo Gallardo, “este es un plantel corto” y no hay mucho recambio. Las competencias a las que debe hacerles frente, requerirán de todos y cada uno de sus soldados en las mejores condiciones.

De a poco comienza a hacerse repetitivo y monótono, pero es así: River destruye la moral del rival de turno. Lo saca de quicio, como anoche le pasó a Galmarini. Le cercena la confianza y es contundente. No es chiste, el millonario va camino a ser un equipo extremadamente complejo y con una valla defendida con creces, aunque desde los delanteros hacia atrás.

Falta mucho para hablar de equipo invencible, sin embargo hasta el día de la fecha es el único equipo que no perdió, el que más goles convirtió, el que menos tantos recibió y está compitiendo con enormes chances en 3 certámenes. Esta semana será vital para recuperar aire, piernas y cabeza. Sobre todo esto último, para no caer en la tentación de créesela.

 

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