Sin dudas que Argentina es una de las candidatas a levantar la copa, pero el camino para llegar al objetivo será más fácil si no renuncia a sus formas y a su manera de jugar y encarar los partidos.

Si durante la eliminatoria y amistosos previos al mundial, pusimos en cancha desde el minuto cero todo nuestro poder ofensivo (Messi, Higuain, Di Maria y Agüero) por qué dejarlo en la puerta del estadio Maracaná para “acomodarnos” a los rivales de turno.

Nosotros somos Argentina, ni más ni menos, un país con una vasta historia futbolera, que supo, y sabe, ser cuna de grandes futbolistas, entonces que el rival se amolde a nuestros jugadores, que ellos desacomoden sus líneas pensando en la velocidad de Di María, en la practicidad de Agüero, en la potencia de Higuain y en la indescifrable capacidad futbolística de Messi.

Los preocupados deben ser quienes nos enfrenten, no nosotros, y más aún rivales debutantes en copas del mundo, casi sin historia futbolística, cuyo mayor mérito es tener a un jugador perdido en la liga inglesa.

Las dos caras que mostró Argentina deben ser una muestra irrefutable para Alejandro Sabella y equipo, de que apostando a todo, con los mejores en la cancha, se obtienen los resultados, se concentra el poder y cada uno rinde en su máxima expresión.

Veremos si la lección esta aprendida, si todos logran interpretar de la misma manera lo ocurrido frente a Bosnia, y de aquí en más en esta nueva copa del mundo, vemos una Argentina que preocupe a los rivales y no tanto que se preocupe por ellos.

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