Por Ricardo Dávalos
Probablemente muchos de los sanlorencistas en horas cercanas a la medianoche tendrán la cara arrugada por el amargo sabor de la derrota y el destino arañado pero no alcanzado o el rostro borracho de felicidad. Pueden ser ojos salidos de orbitas con bocas abiertas de par en par, cejas levantadas y líneas expresivas bien marcadas al costado de los labios de tanta sonrisa.
Una victoria puede marcar un antes y un después en la vida de San Lorenzo. Conseguir la esquiva Copa Libertadores, generará sentimientos ambiguos en los hinchas cuervos. Ese de ya no ser y también el de pertenecer. Ya no ser el único equipo de los denominados grandes, que tengan el orgullo y el pecho inflado de enrostrar su o sus copas ganadas. No ser el eje de cargadas hirientes sobre tierras niponas y demás yerbas. No tener que tragar saliva ante la pesada verdad que reza, que hasta Argentinos Juniors tiene una.
Ser parte de aquellas instituciones que firman su nombre al pie de la copa más importante en toda América. Entrar en el club que podrá exhibir banderas de Japón, aunque ahora ya no se juega más la Intercontinental y el Mundial de Clubes se pasee por Marruecos, Emiratos Árabes y sitios ignotos a nivel futbolístico. Pegarle un buen zapatazo a la historia de muchos sinsabores cuervos en torno a este tema. Sacarse la bronca de tantas palabras recibidas como cascotazos llenas de contenido real y decir “¿Y ahora qué?, ¿Qué van a decir?”.
Hoy los Matadores, Los Carasucias, el Nene, el Pampa, Pipo, todos estarán desde sus lugares, empujando con la psiquis, juntándose a darle envión a la institución para sortear la última montaña y poder bajar al valle de la abundancia. Nacional de Paraguay probablemente esté bajo las mismas presiones y su historia también tiene la posibilidad de ser netamente distinta luego de esta noche. Pero esa es otra página.
Éste es, no hay otro, todo cierra, agosto para los cabuleros cuervos tiene todo. Bendito sea el Mundial, que se devoró parte del calendario. Pero a los de Boedo les quedó agosto…el mismo que decreta en el Santoral que el día 7 sea San Cayetano y el 10 la festividad de, si, San Lorenzo. Justo el mes de los Santos, donde todo cierra. Donde hoy quizás, un tal Francisco disfrute del cáliz más que nunca.