Desde el 2002 hasta el paro de SUTEBA de hoy, se perdieron 181 días de clases en la provincia de Buenos Aires.

Estos números son sin tener en cuenta los días perdidos por problemas edilicios, falta de nombramientos de maestros y protestas de auxiliares.

Una cifra que da cuenta de un estado de situación: la educación pública como un ámbito bastardeado y los docentes con un reclamo histórico que supera los gobiernos de turno.

La Ley Nacional 25.865/2003 fija: “Un ciclo lectivo anual mínimo de CIENTO OCHENTA (180) días efectivos de clase, para los establecimientos educativos de todo el país”.

Asimismo, el inicio del ciclo lectivo, en tiempo y forma, solo se respetó en tres ocasiones en los últimos 17 años.

Los paros por parte de los encargados de formar a los jóvenes argentinos no es algo nuevo. El primer cese de actividades data de 1881, cuando un grupo de educadoras sanjuaninas decidieron parar frente al gobernador de ese entonces, Domingo Faustino Sarmiento.

Los pedidos siempre fueron los mismos, un salario digno que recupere el poder adquisitivo acorde a los índices de inflación y mayor presupuesto educativo.

Lo cierto es que este conflicto se repite año tras año y los más perjudicados son los alumnos que pierden días de aprendizaje.

Por un lado habrá que rever la postura de los gobernantes que no dan respuesta a un reclamo legítimo y por otro, replantearse la medida de fuerza por parte de los educadores que hiere de muerte a la educación de los jóvenes.

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