La escasez de plomeros refleja una crisis de oficios técnicos que ya impacta en La Costa
En un país donde cada vez cuesta más conseguir un plomero o un electricista, y donde gran parte de los jóvenes no elige oficios técnicos como salida laboral, la pregunta ya no parece exagerada: ¿en unos años, quién va a arreglar los caños?

Un estudio realizado por Amanco Wavin en 2024 dejó en evidencia una problemática que crece en silencio: prácticamente no hay plomeros entre los 18 y 25 años, y el 98% de quienes ejercen el oficio son hombres. La mayoría tiene entre 46 y 55 años, lo que deja claro que el recambio generacional está en riesgo.
A esto se suma un informe conjunto del Banco Mundial e INDEC, que confirma que la Argentina sufre un déficit del 25% de trabajadores especializados (plomeros, electricistas, albañiles, herreros), lo que encarece la construcción entre un 8% y un 12%.
Una mirada desde la costa: turismo, estacionalidad y oficios
En localidades como Mar de Ajó, Santa Teresita, San Bernardo o San Clemente, donde el turismo es la base de la economía y el mantenimiento edilicio es una necesidad constante, la falta de oficios técnicos ya empieza a sentirse.
Durante el verano, cuando los turistas llenan casas, hoteles y restaurantes, conseguir un plomero puede demorar semanas. En temporada baja, se vuelve clave para las mejoras que se preparan de cara al verano siguiente.
Pero si cada vez hay menos personas formadas en estos oficios, ¿quién va a sostener esa infraestructura básica?
La respuesta no es sencilla, pero algunos ya están trabajando en ella.

El CFL 401: una salida concreta para los jóvenes
En el Partido de La Costa, el Centro de Formación Laboral N° 401 se posiciona como una referencia clave en la región. Su director, Luis Carrizo, viene sosteniendo desde hace tiempo que los oficios pueden ser una alternativa real frente a la falta de oportunidades educativas o laborales.
“Hay chicos y chicas que terminan la secundaria y no pueden irse a estudiar, o no tienen cómo sostenerse. Necesitan opciones concretas, y un oficio puede ser ese primer paso para generar ingresos o para sostenerse mientras estudian”, señala Carrizo.
El CFL 401 no solo ofrece cursos gratuitos y con certificación oficial, sino que también trabaja para revalorizar socialmente el rol de los oficios técnicos, especialmente entre jóvenes y mujeres.
Emprender también es una salida: el programa ALAS
En articulación con el Ministerio de Trabajo de la Provincia, el centro participa activamente del programa ALAS (Autónomos Laborales Asociativos y Sociales), que brinda asesoramiento, herramientas y acompañamiento a quienes quieren iniciar su actividad como monotributistas.
Esta línea de acción apunta a que cada persona pueda ofrecer su servicio de manera formal, emitir facturas, organizar sus finanzas y construir un emprendimiento sostenible.
En una economía tan frágil como la actual, emprender desde un oficio puede ser una alternativa potente: no solo como salida rápida, sino también como proyecto de largo plazo.
Más allá del caño roto
El CEO de Nvidia, Jensen Huang, sorprendió hace unos meses al afirmar:
“La próxima generación de millonarios serán plomeros y electricistas. ChatGPT no puede reparar caños rotos”.
Más allá de la provocación, sus palabras reflejan una tendencia real: el mundo necesita cada vez más personas que sepan hacer con las manos, incluso en la era digital.
Pero en Argentina, muchos oficios se aprenden de forma informal, sin certificación ni cobertura laboral. Otros desaparecen sin que nadie los releve: torneros, zapateros, relojeros, herreros. Y sin políticas públicas sostenidas, el panorama no parece mejorar solo.
Una oportunidad local que ya está en marcha
Lo que sucede en La Costa no es muy distinto a lo que pasa en todo el país. Pero acá, donde el turismo intensifica las necesidades de servicios, la falta de plomeros o gasistas no es solo una anécdota: es un problema económico, social y hasta cultural.
El trabajo del CFL 401, su apuesta por acercarse a los jóvenes y acompañarlos, sumado al programa ALAS, representan una respuesta concreta a esta realidad.
Porque más allá de los datos, hay una certeza:
sin oficios, no hay turismo posible. Y sin formación, no hay futuro laboral.
