Si necesitamos agua y sales para vivir… ¿por qué no podemos beber agua marina? La respuesta está en el funcionamiento de los riñones. Debido a un fenómeno conocido como ósmosis, beber agua de mar termina provocando deshidratación.

En el verano, todos terminamos bebiendo un poco de agua de mar: siempre hay alguna ola que nos revuelca y nos deja sabor salado en la boca. Más allá de lo poco agradable de la situación, sabemos que no es grave. Entonces, ¿se puede tomar agua de mar? Mar

La respuesta que da la ciencia es clara: no. No importa que estemos en un barco a la deriva sin víveres o aislados en una isla desierta, desesperados por la sed. Por una cuestión química, el agua marina no hidrata, sino todo lo contrario.

Los riñones se encargan de filtrar la sangre, separando las sustancias útiles para el organismo de los desechos. Aquello que debemos expulsar del cuerpo se convierte en orina, que se almacena en la vejiga hasta su eliminación. Por el fenómeno de la ósmosis, los riñones no están en condiciones de producir orina que tenga una concentración de sales superior al 2%.

El problema es que la concentración salina del agua de mar ronda el 3%. Por lo tanto, si bebemos agua marina, los riñones tendrán que eliminar agua para diluir la sal adicional que ingresa al organismo y así alcanzar un equilibrio. En otras palabras: al tomar agua de mar, el cuerpo responderá produciendo más orina que, una vez eliminada, hará que estemos más deshidratados (se elimina más líquido del que bebemos).

En conclusión, no importa que más del 97% del agua del planeta sea salada: se trata de un agua que no se puede beber. De ahí la importancia de cuidar el agua dulce y de contar con servicios públicos de agua potable que funcionen de manera eficiente. Vivir junto al mar, como en el Partido de La Costa, no alcanza para hidratarse.

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